Los Años Dorados del Tour de Francia: Hinault, LeMond e Indurain

El ciclismo profesional vivió una época dorada en la década de los 80 con figuras como Bernard Hinault y Greg LeMond, quienes dominaron el Tour de Francia, mientras que un joven español llamado Miguel Indurain daba sus primeros pasos en el pelotón.

Bernard Hinault: La Última Gran Leyenda Francesa

Bernard Hinault, apodado El Tejón, fue uno de los ciclistas más dominantes de su generación. Ganó un total de cinco Tour de Francia (1978, 1979, 1981, 1982 y 1985), consolidándose como uno de los grandes del ciclismo mundial.

Su estilo combativo y su capacidad para rendir tanto en la montaña como en la contrarreloj lo convirtieron en un rival temido. En 1985, logró su último Tour, ayudado por su compañero de equipo Greg LeMond, quien al año siguiente tomaría el relevo como el mejor ciclista del mundo.

Greg LeMond: El Primer Campeón Estadounidense

Greg LeMond fue el primer ciclista no europeo en ganar el Tour de Francia. Su consagración llegó en 1986, cuando venció en una lucha épica a su propio compañero de equipo, Hinault.

Su carrera tuvo una pausa tras un accidente de caza en 1987, pero regresó con fuerza para ganar nuevamente el Tour en 1989 y 1990, siendo el primer ciclista en conseguirlo con una bicicleta equipada con manillares aerodinámicos en la contrarreloj decisiva de 1989, donde venció a Laurent Fignon por solo 8 segundos, la diferencia más estrecha en la historia del Tour.

Miguel Indurain: El Inicio de una Leyenda

Mientras Hinault y LeMond se disputaban la gloria, Miguel Indurain comenzaba a destacar en el pelotón. El ciclista español debutó en el Tour de Francia en 1985, mostrando su enorme potencial como gregario de Pedro Delgado.

No fue hasta la década de los 90 cuando Indurain dominó la carrera con su impresionante capacidad en la contrarreloj y su resistencia en la montaña, convirtiéndose en el primer ciclista en ganar cinco Tours consecutivos (1991-1995).

Estos tres ciclistas dejaron una huella imborrable en el ciclismo y sus hazañas siguen siendo recordadas como algunas de las más emocionantes en la historia del Tour de Francia.